RSC, una asignatura cada vez menos pendiente

 en la sección Canal RSC

Un grupo de personas con discapacidad, en pleno desarrollo de su tarea diaria en una empresa.

Publicar los balances de resultados con las ganancias obtenidas se está pasando de moda. A mayores, ahora hay que practicar la responsabilidad social en la empresa y comunicarlo de puertas afuera. Muchas compañías tienen dentro de sus planes de negocio un compromiso firme con la sociedad a la hora de aunar esfuerzos en actividades y acciones dirigidas a los colectivos desfavorecidos

En tiempos convulsos como los que se viven en este comienzo de siglo, con una crisis no sólo económica sino que también alcanza a los valores de la sociedad actual, el mundo empresarial busca dar una nueva vuelta de tuerca a sus planes estratégicos. Sin perder de vista el horizonte puramente económico, las compañías intentan asimilar en su quehacer diario las demandas sociales de su entorno más cercano. Dicho de otro modo, las acciones empresariales relacionadas con la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) marcan la diferencia entre las firmas que han visto un filón comunicativo en el desarrollo de estas tareas y las que transitan adormecidas en los balances a golpe de calculadora. El director comercial de BMC Maderas, Javier Martín, habla de una asimilación profunda del concepto en la matriz de los objetivos de su compañía, puesto que “forma parte” de su plan estratégico, de su “conciencia de empresa” y lo llevan “en las venas”. Esta firma maderera está certificada desde 2007 como familiarmente responsable (EFR), además de acreditar una distinción en calidad a través de la ISO 9001 y en medio ambiente con la ISO 14001. Entre otro tipo de acciones relacionadas con las ‘políticas’ con sus proveedores, priorizan a los que tengan implantado un sistema de gestión medioambiental y adquieren materia prima “de origen ambientalmente sostenible”. Aunque el fin último en la aplicación de esta filosofía de responsabilidad no es hacer caja, sí tienen en cuenta que “haciendo las cosas de otra manera te das cuenta que llegas a optimizar recursos y, además, ejerces una influencia positiva en el medio en el que te mueves” explica Martín. Esta actitud de cambiar las cosas y de ejercer una motivación en la plantilla es la que han trabajado en la empresa de construcción Priasa que, además de estar certificada en calidad, medio ambiente, seguridad y salud, ha tenido tiempo de poner por escrito todo lo que supone para ellos la ley sobre conciliación de la vida laboral y familiar junto con otras medidas solicitadas por la propia plantilla y, desde hace un año, se ha sumado a la lista de empresas que han conseguido acreditarse como familiarmente responsables. La clave está en hacer saber a los trabajadores que se está pendiente no sólo de su vida laboral sino también de su vida personal y eso se traduce en un personal más motivado y más enchufado al proyecto empresarial. “No es cuestión de certificarse para quedar bien sino hacerlo porque adquieres un compromiso con los empleados y sus familias”, desvela Lucrecia Prieto, directora de esta compañía vallisoletana de construcción. En 2012 continuarán la ‘senda’ socialmente responsable que ya han trazado con la redacción de un plan de igualdad que ayudará a complementar sus objetivos en la materia. Por otro lado y como la realidad social del momento nos salpica a diario con cifras de víctimas de violencia de género por doquier, algo a lo que ninguna persona debería ser ajena, algunas empresas aportan su ‘granito de arena’ para paliar esta lacra con la contratación de un colectivo tan necesitado de independencia económica. Grupo Norte ha contratado a lo largo de 2011 a un total de 60 víctimas de esta violencia de forma indefinida y a jornada completa. Esta práctica se enmarca dentro del plan Dike desarrollado en colaboración con la Junta de Castilla y León y en el que BMC Maderas también ha participado en su afán por ser “algo más que una empresa que gana dinero”.

Investigación de enfermedades En el ámbito de la investigación de enfermedades, Renault Consulting destina su talón solidario de este año a la Fundación Avances contra el Cáncer para la organización de un concierto benéfico que, a su vez, está destinado a recaudar fondos que proporcionen asistencia a pacientes enfermos de cáncer a través de información y asesoramiento sobre los medios diagnósticos y terapéuticos más adecuados en cada caso particular. El dinero que la compañía ofrece con este talón va dirigido a organizaciones e instituciones sin ánimo de lucro a sugerencia de sus empleados. La firma del rombo también trabaja mano a mano con Cruz Roja Española con la rúbrica de un convenio de colaboración en el que han acordado poner en marcha un modelo de responsabilidad social que facilite el desarrollo del tejido empresarial, en especial de Castilla y León, a favor de las personas más vulnerables, del voluntariado y de la protección y sensibilización del medio ambiente. La integración laboral de discapacitados es algo que la empresa palentina Cascajares viene desarrollando en sus instalaciones desde hace tiempo. Por ello, ha sido reconocida con el X premio Hermes que distingue a las compañías que apuestan por iniciativas de integración de personas con discapacidad en sus plantillas. Y como el patrimonio cultural también puntúa en esto de la responsabilidad social empresarial, en esas ‘harinas’ anda involucrada la Fundación Iberdrola con la reciente finalización de la primera fase de restauración de la iglesia románica de San Martín de Castañeda, en la provincia de Zamora, en la que ha invertido 180.000 euros.

Obligatoriedad de la RSC En esta carrera de fondo hay que valorar si la aplicación de estas políticas debe ser obligatoria por ley, puesto que su beneficio hacia la sociedad es patente, pero las actitudes no deben ser impuestas por decretazo, sino que tienen que nacer de una opción voluntaria y sopesada del mundo empresarial. Lejos de actuar simplemente como actores responsables socialmente, las firmas pueden encontrar un filón comunicativo con su público objetivo en transmitir prácticas corporativas comprometidas con la sociedad. En este punto, el interrogante surge en la contradicción que supone que la Administración anime e invierta un dinero para que las empresas implanten RSC y, cuando se opta por esta vía, no haya una respuesta en forma de mayor puntuación en concursos y licitaciones públicas. Quizá, para que eso ocurra se deba ‘asentar’ un poco más todo lo que significa la responsabilidad social empresarial.

Cristina González Navas.

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