Digital o impreso … ésa es la cuestión
El precio entre libros digitales e impresos, la protección anticopia y la distribución en diversos formatos son algunos de los hándicaps que ralentizan el asentamiento del libro electrónico en España. Por ello, y aunque la venta de libros digitales (72,60 millones de euros) representa en 2011 el 2,8% de la facturación total del sector, lo que supone un importante incremento respecto a 2010 y sobre todo a 2009, el gremio editorial pide medidas efectivas.
Fabiola Lobo I flobo@mercados21.es I Sigue al autor en @fabiolalobop I 20/06/2013
“Un buen libro es aquel que se abre con expectación y se cierra con provecho”. Parafraseando al escritor estadounidense Amos Alcott, y sin evitar que su cita nos traslade a nuestro sillón favorito con ese libro que tanto nos gusta y que irradia un olor característico, pero sin olvidar las nuevas posibilidades y ventajas que ofrecen los nuevos libros electrónicos, nos viene a la mente la pregunta que últimamente está suscitando tanta polémica y controversias entre todos los actores partícipes en la industria del libro … ¿estamos ante la era del libro electrónico?
No es díficil dar respuesta a esta pregunta si tenemos en cuenta que en 2011, las ventas de títulos en formato digital alcanzaron los 72,60 millones de euros, un 3% y un 41,6% más que en 2010 y 2009, respectivamente, según datos del ‘Estudio de Comercio Interior del Libro en España’, desarrollado por la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE). Un estudio que también revela que las editoriales españolas están ampliando de manera considerable su oferta de títulos en este formato, pues ese mismo año, el número de libros digitales editados ascendió a 40.328, un 243,3% más que en 2010 y un 576,6% más respecto a 2009. A esto habría que sumarte que las exportaciones durante 2011 -que incluye a los sectores editorial y gráfico- alcanzaron los 482,44 millones de euros, lo que supone un incremento del 5,38% respecto al ejercicio 2010 (670,59 millones de dólares), junto a las importaciones del sector del libro que ascendieron a 220,17 millones de euros.
A la vista de estos datos al alza, es lógico augurar un buen presente y futuro al e-book, dada la notable evolución experimentada en los últimos tres años, pero ¿se está haciendo bien, sobre todo en términos de comercialización? He ahí la gran pregunta que, de hecho, da paso a otra: ¿podrá desbancar el formato digital al libro tradicional? La respuesta a la primera depende de varios factores; mientras que la segunda, y a pesar de los pronósticos de expertos y gurús, tiene una respuesta a corto y medio plazo rotundamente negativa. Ya sea por el romanticismo que evoca el papel en unos, o por la comodidad del digital para otros, lo cierto es que la convivencia entre ambos formatos, al menos por ahora, está asegurada.
Guerra de precios
La diferencia de precios entre el formato digital y el impreso es, junto al tema de la protección de la creación cultural, uno de los grandes debates y principales hándicaps del libro electrónico.
La mayoría de lectores consideran que el formato digital debe ser más asequible que el impreso por el ahorro de costes que supone, tanto en impresión como en distribución, al menos por las vías tradicionales. Sin embargo, en la práctica la realidad es más compleja ya que, las editoriales consideran que el coste de la producción de libros digitales sigue siendo elevada, aún sin contar los gastos de impresión y distribución tradicional.
Un total de 52.000 títulos digitales fueron comercializados en 2011, un 103,4% más que 2010. Por comunidades, Cataluña y Madrid representaron el 92,5% de la facturación, con porcentajes del 48% y del 44%, respectivamente.
En palabras del director ejecutivo de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), Antonio Mª Ávila, “hoy por hoy, la producción de libros digitales sigue siendo cara por la falta de retorno”. “De hecho, es el libro en papel el que está financiando los desarrollos digitales; y curiosamente se ha extendido que el libro digital tiene que ser más barato y, a veces esto no ocurre, entre otras cosas porque cuestiones como la existencia de un IVA del 21% para los libros digitales no ayudan a ello”, añade.
También de acuerdo en el coste de la producción digital está el gerente de Marketing y Productos Digitales de LID Editorial, Raúl Vázquez, quien indica que a nivel de costes fijos para un editorial, el coste de un e-book “no es mucho menor” que el de un libro en papel. “Hay que desmitificar la creencia de que, como no se imprime, el precio de un e-book debe ser mucho menor, ya que el coste medio de impresión repercutido en un ejemplar de libro en papel es de un 10%, aproximadamente. En cambio, las editoriales de media vende los e-books de un 30 a un 50% más baratos”, apostilla.
Por su parte, y discrepando con el argumento de ambos, el gerente de la Librería Ender -especializada en formatos online-, Jesús García, manifiesta su asombro ante la salida al mercado, por ejemplo de una edición en pasta dura por 20€, una en digital por 12€ y, en cuestión de un año, una versión en bolsillo por 8€. “No es lógico. De todas formas, en esta cuestión no son únicamente las editoriales las implicadas, sino también las distribuidoras, que ven peligrar la gallina de los huevos de oro”, asevera.
Sea como sea, y aunque el público español, poco a poco, se va dejando seducir por el e-book, lo cierto es que de no regularse convenientemente los precios y la protección anticopia, toda la diversificación literaria que se abre a los lectores podría chocar de frente con la mala práctica de algunos usuarios que pretenden usar con total libertad, y sin pagar por ello, todos los contenidos alojados en la red.
21% de IVA al e-book
Aunque la evolución del e-book ha sido notable en los últimos años, lo cierto es que la incidencia del libro electrónico en la facturación del sector en España (2,8%) aún es reducida y, precisamente una de las razones que motivan la “guerra de precios” entre un formato y otro es la diferencia de aplicación de IVA entre el libro electrónico (21%) y el impreso (4%).
Una diferencia poco razonable y que impide una competencia equilibrada entre ambos formatos. A este respecto, Antonio Mª Ávila explica que, aunque es de esperar que las cifras vayan incrementándose en los próximos años, será “necesario” que también se produzcan cambios en la política impositiva y en la valoración social de la creación. “Respecto a lo primero, es necesario equiparar el IVA del libro electrónico al que existe en el papel; y respecto al segundo, que la legislación de propiedad intelectual persiga eficazmente las vulneraciones que se están produciendo sobre la creación”, puntualiza.
También de acuerdo en ello está el presidente de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL), Juan Manuel Cruz, quien añade que “las cifras irán en aumento si se logra contener la descarga ilegal generalizada”.
Sin pasar por alto el debate abierto por Cruz sobre los marcos legales actuales, cabe esperar que el sector editorial digital no avanzará ni se consolidará correctamente en el mercado si no lo hace bajo un marco y normativa legal estable de propiedad de la creación cultural.
Una cuestión que ya ha reclamado la FGEE en reiteradas ocasiones, con el apoyo de numerosos organismos y asociaciones, bajo el propósito de resaltar la necesidad del sector cultural español por implantar “acciones efectivas” que permitan el desarrollo de las industrias en este nuevo escenario, y que hagan posible acomodar los negocios vinculados a la industria cultural a esta nueva realidad de tránsito hacia la sociedad global digital.
“Es necesario que se den pasos valientes y decididos para que podamos mantener el liderazgo cultural que ha caracterizado a Europa en la escena global y que España continúe su avance en su desarrollo interior y exterior”, explica Ávila, a lo que añade que “se debería abordar la Reforma de la Ley de Propiedad Intelectual de manera que permita conjugar las oportunidades de crecimiento, conocimiento y desarrollo económico que ofrecen las industrias creativas y culturales y los nuevos canales de distribución, que proteja la creación y persiga eficazmente la vulneración de los derechos de propiedad intelectual”.
Homogeneizar formatos
Además de la lucha de precios, la diferencia de IVA, y los dimes y directes en torno a la Ley de Propiedad Cultural, hay que sumar la existencia de diferentes formatos de libros digitales que únicamente implican la limitación de contenidos para los e-readers y, por ende, impiden el acceso a la totalidad de ejemplares disponibles en el universo interactivo.
El porcentaje de lectores de libros en España mayores de 14 años alcanzó en 2012 el 63% de la población, lo que supone un aumento en 1,6 puntos porcentuales respecto a 2010, según datos recogidos por el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros 2012 elaborado por FGEE.
A este respecto, Jesús García explica que ahora mismo está sucediendo con los libros electrónicos lo que ya sucedió con la música. “Aparecieron múltiples formatos que servían únicamente para dispositivos concretos, y hasta que las empresas no se dieron cuenta de que era mucho más fácil y cómodo usar un único formato estandarizado no se generalizó el uso del MP3. Pues en los libros digitales pasará lo mismo. Actualmente conviven formatos como el Epub (formato libre), el Mobi (formato de Amazon), el PDF (no es exactamente un libro digital) y otros que usan determinadas tiendas digitales que cuentan con sus propios lectores”, asevera.
Por todo ello, y aunque todo apunta a que los e-books evolucionarán vertiginosamente en los próximos años, sin obviar el lugar que ocupa el libro impreso aún en nuestras vidas y hogares, como lectores debemos valorar la oferta multimedia y literaria que se abre ante nosotros, teniendo en cuenta el esfuerzo y respeto a unos y a otros por hacerlo posible.
Hay que cambiar la percepción y abrir la mente, al igual que hacemos al sumergirnos en un libro, para comprender que la comercialización de e-books debe ser rentable para todos: lectores, autores, editoriales, distribuidores, etc. Pero para conseguirlo, debemos partir de la idea de que no es lo mismo vender un libro electrónico que un impreso, al igual que sabemos que un mismo libro no es leído ni interpretado por dos personas de igual forma, ni incluso por la misma si lo ha disfrutado dos veces. En nuestras manos está la decisión … y nunca mejor dicho.
En otras palabrasEl libro electrónico ha venido para quedarsePor Guillermo Chico, director de Marketing de La Esfera de los Libros El libro electrónico ya lleva un tiempo entre nosotros y está aquí para quedarse. Esto no quiere decir que el papel vaya a morir —el teatro no desapareció por el cine, ni la radio por la televisión— ni que su actual forma sea su definitiva. Creo que como en todas las nuevas tecnologías su evolución a corto plazo va a ser impresionante y, probablemente, en unos pocos años no reconoceremos los actuales libros electrónicos. En todo caso, el papel sigue siendo fundamental y seguirá siendo durante bastante tiempo “la parte del león” en el mercado del libro. Ejemplo de ello es que en Estados Unidos, el país referencia para nosotros en “lo que va a pasar”, a día de hoy la cuota de mercado del libro electrónico ya es de un 20% —en España estamos rondando el 5%—, un porcentaje importante que, además, es muy rentable. Sin embargo, esta misma cifra nos dice que el papel sigue representando un 80% de las ventas. Hablo de EEUU dado que por regla genera lo que hoy pasa allí en el mercado editorial tiende a pasar aquí entre 5 y 10 años después. Con el libro electrónico parece que será más rápido y está claro que a corto/medio plazo el mundo digital va a ser una parte muy importante de todas las editoriales. Eso sí, en España hemos de solucionar escollos muy duros, sobre todo la piratería. El concepto del todo gratis de nuestro país es difícil de combatir y las actuales leyes de propiedad intelectual no son efectivas y parece que la voluntad de mejorarlas es escasa. Un ejemplo claro es que si bien el libro digital se tiene que adaptar a la ley del libro —precio fijo, ISBN, etc.— el IVA aplicado es del 21% en vez del 4% que tiene el libro en papel, lo cual resulta cuanto menos contradictorio. Por otro lado, estoy de acuerdo con que el precio del libro electrónico tiene que ser sustancialmente más bajo que el de su homólogo en papel; pero no tiene mucha lógica que consideremos que pagar alrededor de 10€ por un libro electrónico sea caro y que pagar más de 12€ por un gin tonic nos parezca adecuado, aunque solo sea por el tiempo de disfrute que nos da cada uno. En cualquier caso nos encontramos ante una etapa llena de posibilidades. Un momento en el que, aunque se cierran algunas puertas, se abren muchas ventanas para lectores, autores y editores.
La piratería y las editoriales, obstáculos para el e-bookPor Virginia Pérez de la Puente, periodista y escritora. Autora de El sueño de los muertos (Ed. Minotauro). Es muy romántico decir que nos gusta acariciar un libro, olerlo, pasar las páginas con los dedos. Queda como muy hipster ahora que, de repente, la tecnología ya no es tan cool. Aun así, es de suponer que el libro electrónico porque no ocupa, no pesa, y cuesta menos (ejem), acabará por convertirse en el artículo titular, relegando al libro físico al banquillo. Aparte del tacto, el e-book se enfrenta a dos obstáculos para desencadenar el Ragnarok del libro en papel: la piratería, y las pocas ganas de reaccionar que tiene el mundo editorial. Una cosa alimenta a la otra: la piratería se escuda en el precio del e-book para ponerlo más asequible (o sea, gratis), y las editoriales se escudan en el consiguiente descenso de las ventas para no bajar los precios. Y cuanto más tarden en entender que no pueden cobrar 20€ por un epub que no tiene gastos de impresión ni de distribución, más se acostumbrará el lector a conseguir ese epub de forma gratuita, que mola más que pagar por él. Los pasitos que se dan para cambiar este modelo, los autores que se desmarcan de las editoriales y ponen sus e-books (autopublicados) a un precio irrisorio, no triunfarán hasta que el lector sepa que no necesita comprar marcas para llevarse un buen producto. Es decir, cuando el que adquiera una obra autopublicada no se encuentre con una aberración ortográfica o con un horror estilístico o con un espanto mal estructurado que, ¡oh milagro de milagros!, tiene millones de estrellitas y está nº1 del ranking del mundo mundial y parte del extranjero. Mientras los escritores no respetemos al lector, éste sólo comprará novelas con la mínima garantía que da un sello editorial, o no comprará. Y mientras las editoriales no bajen los precios, los lectores no abandonarán el hábito de leer “de gratis”. Y mientras el mercado no entienda que es ridículo pagar a un autor menos del 10% de lo que se obtiene con su trabajo, y mientras la piratería no comprenda que un autor que no cobra por sus libros es un autor que se verá obligado a dejar de escribir para ganarse la vida por otros medios, el mercado literario estará cada día más malito. |