La crisis energética y la guerra de Ucrania han acelerado la transformación de los hábitos de producción y consumo Autor: Fran Chuan, impulsor de la cultura de la innovación y cofundador y CEO de InnoQuotient
Las guerras y las crisis agudizan el ingenio y son los grandes aceleradores de la transformación. En estos escenarios afloran nuevos problemas y necesidades para los que es preciso plantear nuevas soluciones y alternativas.
Basta con fijarse en la actual guerra en Ucrania para ver cómo ésta ha desencadenado una situación de incertidumbre económica global marcada por la dependencia energética de Rusia, principal exportador de gas natural a nivel mundial, el incremento del precio del gas, el petróleo y otras materias primas, así como la inflación.
En este contexto, si nos centramos en el ámbito de la energía, ya estamos viviendo grandes convulsiones. Y en los próximos meses asistiremos a una transformación de los hábitos y, por tanto, a un desarrollo de la innovación a nivel global tanto en productos como en las cadenas de valor y suministro en general.
Esta transformación afectará, principalmente, al modo en el que generamos y consumimos energía. Asistiremos a una aceleración del crecimiento de las plantas fotovoltaicas y del autoconsumo en España, que aspira a liderar el sector en Europa para reducir la dependencia energética, en general, y de Rusia, en particular.
En paralelo, se producirá un incremento de la fabricación en territorio nacional de los elementos que conforman estas plantas (generadores, transformadores, etc.) al contemplar como oportunidad la dificultad de encontrar proveedores extranjeros capaces de asumir la creciente demanda.
No en vano, el sector ya está batiendo récords en nuestro país, como destaca el Informe Anual 2022 de la Unión Española Fotovoltaica (UNEF) que, además, estima que la industria nacional tiene capacidad para fabricar hasta el 65% de los equipos fotovoltaicos.
Otra de las próximas transformaciones que presenciaremos en los próximos meses tiene que ver con el desarrollo de una mayor eficiencia energética de los edificios, con nuevos proyectos de construcción que tienden al autoconsumo y un incremento en las rehabilitaciones de viviendas que mejora el aislamiento de las mismas y fomenta el ahorro energético. Sin duda, la mejor energía es la que no se consume.
La autosuficiencia y proveedores de proximidad, principales retos de las organizaciones
Más allá del ámbito energético, la autosuficiencia y la apuesta por la proximidad de los proveedores son los principales retos a los que se enfrentan las organizaciones de todos los sectores económicos en la actual crisis. Y es que la superación de ambos retos llevará a las empresas a transformar su modelo de producción para orientarlo hacia las tiradas cortas: más realistas, ágiles de producir, rentables y de menor impacto medioambiental. Ejemplo de ello es la apuesta de Inditex por este modelo de éxito.
De hecho, ya estamos experimentando un cambio de tendencia en este ámbito, con Asia perdiendo fuerza como principal proveedor mundial. Por primera vez, el PIB de China crecerá menos que el resto de Asia, pasando del 8,1% del año pasado al 2,8% de este, según las previsiones del Banco Mundial, lo que significa que el gigante asiático está dejando de vender, entre otras muchas cuestiones, porque Europa está buscando proveedores más próximos.
La cultura de la innovación para crecer
En situaciones de guerras y crisis, las organizaciones que no dediquen parte de su energía a sistematizar la cultura de la innovación habrán de luchar por sobrevivir en el mundo del precio y las campañas promocionales y, por tanto, aumentan muchísimo el riesgo de desaparecer. Por el contrario, muchas de las principales empresas centenarias que aparecen en los rankings mundiales de organizaciones más innovadoras y rentables han crecido en contextos bélicos, como Krups, Siemens, General Electric, Bayer, Kodak que durante la II Guerra Mundial innovaron y crecieron muchísimo.
Precisamente, durante ese tristísimo período de nuestra historia encontramos claros ejemplos de la aceleración innovadora:
● Con motivo del desarrollo de la bomba atómica, se estableció todo lo necesario para una nueva manera de generar energía, las centrales nucleares.
● La vacuna de la gripe y, en general, el conocimiento del sistema inmunológico, que sentaron las bases para posteriores vacunas.
● El motor a reacción superó el límite de velocidad que imponían las palas de las hélices y revolucionó la aviación en general.
● El radar, que ha tenido muchísimas derivadas tanto en el entorno militar como en los ámbitos médico, de las comunicaciones y de la seguridad, entre otros.
● La computación, que pasó de ser clave en el descifrado de las encriptaciones durante la Segunda Guerra Mundial, a ser crucial en el posterior tratamiento de volúmenes ingentes de información para los censos, la gestión empresarial, el cálculo matemático, etc.
También podemos fijarnos en el colapso financiero de 2008 y en cómo durante ese año y los siguientes surgieron empresas de gran éxito, que siguen siéndolo en la actualidad. Muchas de ellas hoy son unicornios muy populares que, por ejemplo Airbnb o Uber, aportaron soluciones innovadoras a la combinación de dos variables fundamentales para detectar oportunidades: las necesidades existentes (el alojamiento o el desplazamiento, respectivamente) y las nuevas situaciones que generaban problemas, como fue la falta de liquidez para alojarse en los establecimientos tradicionales como hoteles, apartamentos y similares.
Llama la atención que ninguna de estas iniciativas fue impulsada por las cadenas de hoteles ni los fabricantes de coches que entonces estaban sufriendo los peores efectos de la crisis.
Podemos poner más ejemplos de innovaciones no creadas por los que estaban en posición dominante en el sector correspondiente durante esos años.