
Los criterios de sostenibilidad en la gestión empresarial Autor: Mercedes Ruiz Lozano, profesora de la Universidad Loyola

La profesora de la Universidad Loyola, Mercedes Ruiz
Recientemente se mencionan con mucha asiduidad en el ámbito empresarial los criterios ESG (por sus siglas en inglés: environmental, social and government) o ASG (por sus siglas en español: ambiental, social y de gobernanza), criterios que son los pilares de una gestión sostenible de cualquier organización.
Ello es debido a que una orientación hacia la sostenibilidad debe ser la nueva forma de gestión de cualquier organización que quiera contribuir con su compromiso de responsabilidad social en el desarrollo de un mundo más humano y sostenible.
Los criterios ASG se han venido desarrollando en los últimos años por distintas organizaciones internacionales con la intención de orientar a las empresas y a cualquier tipo de organización en el ámbito de la gestión empresarial para ir más allá del cumplimiento de la ley en su aportación a la sostenibilidad, y para que estén alineados con los marcos establecidos por Naciones Unidas como son: Pacto Mundial y/o los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La sostenibilidad es un concepto global y transversal que afecta a todas las áreas de gestión empresarial. De ahí que se vea representada en los tres criterios ASG:
- Ambiental, haciendo referencia a la preocupación por el impacto que la actividad realiza en el medio ambiente, la preocupación por el cambio climático y los recursos relacionados con el planeta.
- Social, se incluyen en este apartado la preocupación por el respeto de los Derechos Humanos, y los impactos generados en las personas, tanto dentro de la organización como en sus relaciones con la comunidad en la que realiza la actividad.
- Gobernanza, incluye la preocupación por la ejecución de una gestión ética y responsable, para lo que se analiza la estructura de gobierno, la lucha contra la corrupción y la transparencia.
Estos tres pilares se concretan en temas y subtemas que deben ser integrados en la estrategia corporativa y operativa de toda organización, tanto a largo, medio, como a corto plazo, e integrarlos en los sistemas de gestión. Cada organización deberá seleccionar aquellos temas que sean materiales en el desarrollo de su actividad, tratando de dar respuestas a las expectativas de sus stakeholders o grupos de interés.
Los temas materiales deberán ser incluidos en las políticas de sostenibilidad. Para cada uno se establecerán unos objeticos específicos que deberán traducirse en actuaciones concretas y que se verán acompañados de la definición de unos indicadores con unas metas a media y corto plazo que permitan realizar el análisis y seguimiento del nivel de cumplimiento.
La información que se deriva de este proceso de gestión posibilitará establecer procesos de mejora continua. La integración de la sostenibilidad en sus sistemas de gestión dará lugar a que las organizaciones que sean transparentes puedan ganar credibilidad y serán más competitivas en su entorno.
Para realizar todo este proceso las organizaciones se pueden apoyar en los marcos establecidos internacionalmente como los de GRI (Global Reporting Initiative), Accountability, IR (Integrated Reporting) e IFRS Sustainability, a nivel global. En el caso concreto de Europa, y por tanto de España, el EFRAG (por sus siglas en inglés, el grupo asesor europeo en reporting corporativo) ha realizado recientemente una propuesta para responder a la Directiva 2022/2464 de la Unión Europea (EU) sobre información corporativa en materia de sostenibilidad (CSRD, por sus siglas en inglés), que trata de armonizar los requisitos existentes para los informes no financieros de las empresas que operan tanto en la UE como en países fuera de la UE.
Los Estándares Europeos de Reporte de Sostenibilidad (ESRS, por sus siglas en inglés), aprobados por la Comisión Europea, son estándares operativos que definen el contenido y el formato de la información que debe publicarse en el informe ESG, que finalmente se define como “informe de sostenibilidad”, y que van a afectar de forma obligatoria a muchas empresas (grandes, empresas cotizadas, incluyendo las pymes que coticen en mercados regulados, entidades de crédito e instituciones de seguro cautivas y empresas no pertenecientes a la UE con filiales en ésta), que cumplan ciertos requisitos, y se implementarán de forma progresiva entre los años 2025 y 2028.
Pero, como consecuencia de la incorporación del análisis de la cadena de valor en la información requerida, estos estándares también van a afectar, de forma voluntaria e indirecta, a otras muchas organizaciones por las relaciones que tengan en el desarrollo de su actividad con entidades afectadas por el cumplimiento de la ley. De ahí que los estándares se hayan acompañado con una norma voluntaria para las pymes no afectadas por la directriz, que en este momento está en periodo de aprobación.
Todo este proceso hay que verlo como una oportunidad para cualquier organización que quiera ser transparente respecto a su comportamiento y aportación al desarrollo sostenible. La integración de los estándares en sus procesos de gestión se va a traducir en una serie de ventajas como son:
- Una guía para transformar el desarrollo de la actividad de la organización y la de la cadena de valor para contribuir a un mundo más justo y sostenible.
- Incorporar en sus procesos el análisis de riesgos y oportunidades, así como la cuantificación de los impactos positivos y negativos que se requieren, facilitando procesos más eficaces y eficientes.
- Unos informes más comparables y objetivos en la atención a todos los criterios ASG, que además van a ser verificados, ya que los estándares están alineados con todos los marcos normativos afectados. La información será incluida en el informe de gestión de la organización y será de libre acceso a través de su página web, con independencia de que finalmente se creen plataformas públicas nacionales o a nivel europeo para su divulgación.
- El acceso a finanzas sostenibles, tanto a las propuestas por el Pacto Verde Europeo como a la inversión sostenible en general, ya que cada vez más los mercados de capitales ligan las decisiones de financiación a un análisis de los criterios ASG, por la mayor reputación y confianza que generan.
- Retención del talento, por la percepción de mejora de la reputación y confianza que se logra con la integración en la gestión de los criterios ASG, en general, y de los sociales, en particular.
- Mejora de las relaciones con los consumidores, comunidad, y otros grupos de interés, al ser parte implicada en la integración de los criterios atendiendo al principio de doble materialidad.
- Cumplimiento normativo, dando respuesta a la directiva europea CSRD. La falta de cumplimiento no está muy claro que se vaya a traducir en sanciones concretas, pero lo que sí está claro es que los stakeholders podrán obtener información que les permita tomar decisiones más fundamentadas.
Todas estas ventajas son una muestra de las implicaciones que puede tener la atención y seguimiento de las CSRD y de los ESRS, que supondrá todo un reto para muchas organizaciones en los próximos años, que requiere principalmente de la implicación de los responsables de la organización y del establecimiento de un modelo de liderazgo que apueste por la sostenibilidad.